Desde que lo vi el primer día en la oficina descubrí que era adorable, trabajador y amable con todos. No teme ser buena persona y no le importa lo que digan los demás. Hace un tiempo me acompaña a casa cada día y los fines de semana me telefonea varias veces. Le hace feliz servir al prójimo por eso siempre permanece a mi lado, dispuesto a todo lo que yo necesite. Empecé a sentir un cariño sincero que poco a poco se fue convirtiendo en amor. Y lo mejor es que fui correspondida. Ismael es su nombre. Mi primer amor. Ahora debe estar pensando que lo abandoné por mi repentina ausencia. Jamás lo haría. Mi padre es un hombre, al igual que Ismael, muy amoroso y protector. Soy su única hija y teme que me lastimen. Cuando intuyó que estaba enamorada se ofuscó y me prohibió volver a verlo. Le dije que ya no era una niña, que le agradecía mucho el amor y los cuidados que me ha profesado siempre desde que mi madre nos abandonó. Es un hombre bueno, amoroso y solo quiere lo mejor para mí. Siempre está preocupado y desde mi adolescencia lo percibo más inquieto. No quiere que los hombres me hagan daño, que me hagan llorar o que me rompan el corazón. Me ama mucho, lo repite a diario. Hace tres días estoy bajo llave en el sótano. Es un poco frío, oscuro y húmedo; pero es solo mientras recapacito. Mi padre jamás me haría daño.
Share the love Compartir este contenido
Marcela Alfonso
Mi nombre es Marcela Adriana Alfonso Duarte. Nací en Bogotá de madre técnica en radiología y padre abogado. Soy odontóloga de profesión hace veintitantos años y casada hace diecinueve. Una parejita de hijos que ya tienen edad para votar completan mi cuadro familiar. La lectura y la escritura siempre hicieron parte de mi vida gracias a mis padres que amaban los libros. El ejemplo es fuerte y te lleva sin pensarlo.
He participado en el Taller de Escritores y en el Taller de Correción de Estilo de la Universidad Central, el Taller Distrital de Novela (Idartes) y varios talleres de El Consultorio Literario, entre otros. He publicado algunos cuentos en revistas literarias de México, Argentina y Colombia. También en unas pocas antologías de Israel, México y Colombia.
Hace algunos años me tomé en serio aprender a escribir bien. No me desanimo fácilmente, pero soy consciente que falta mucho, mucho camino por recorrer.