Amor filial

Desde que lo vi el primer día en la oficina descubrí que era adorable, trabajador y amable con todos. No teme ser buena persona y no le importa lo que digan los demás. Hace un tiempo me acompaña a casa cada día y los fines de semana me telefonea varias veces. Le hace feliz servir al prójimo por eso siempre permanece a mi lado, dispuesto a todo lo que yo necesite. Empecé a sentir un cariño sincero que poco a poco se fue convirtiendo en amor. Y lo mejor es que fui correspondida. Ismael es su nombre. Mi primer amor. Ahora debe estar pensando que lo abandoné por mi repentina ausencia. Jamás lo haría. Mi padre es un hombre, al igual que Ismael, muy amoroso y protector. Soy su única hija y teme que me lastimen. Cuando intuyó que estaba enamorada se ofuscó y me prohibió volver a verlo. Le dije que ya no era una niña, que le agradecía mucho el amor y los cuidados que me ha profesado siempre desde que mi madre nos abandonó. Es un hombre bueno, amoroso y solo quiere lo mejor para mí. Siempre está preocupado y desde mi adolescencia lo percibo más inquieto. No quiere que los hombres me hagan daño, que me hagan llorar o que me rompan el corazón. Me ama mucho, lo repite a diario. Hace tres días estoy bajo llave en el sótano. Es un poco frío, oscuro y húmedo; pero es solo mientras recapacito. Mi padre jamás me haría daño.

Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *