Hambre

Lo primero que hace al levantarse es ir al baño a pesarse. Después, se desnuda frente al espejo de cuerpo entero que tiene en su habitación y observa cada parte de su cuerpo. Nadie mejor que ella para detectar sus fallas: su gordito bajo el ombligo, el brazo de tía, la grasa debajo del brassier. La revisión de cada uno de sus pliegues, Se cambia, hace ejercicio en ayunas porque vio un video en Tik Tok en donde lo recomiendan para bajar de peso. Al terminar de hacer ejercicio, su estómago protesta, cruje y un dolor leve hace que vaya corriendo a la cocina a tomar agua. El dolor cesa. Por un instante piensa en la cantidad de calorías que podría tener el agua. Enseguida, va corriendo a la habitación a verse nuevamente en el espejo. Hace una mueca de decepción. Solo ve que está gorda y no baja de peso a pesar de las purgas, el ejercicio y la dieta. Odia hacer ejercicio, odia la dieta. Los odia y los necesita. Necesita bajar cinco kilos, necesita ser feliz. La van a voltear a mirar. La van a ver.
Desayuno: 20 gramos de manzana verde sin cáscara, agua y un cubo de 10 gramos de queso.
Sólo me voy a comer la manzana. Una vez más su estómago protesta, crepita, duele.
Su mamá la mira preocupada frotándose las manos con desesperación desde el umbral de la cocina, haciéndolo notar con un suspiro.
Ella no responde. Sabe que su mamá no entiende y que jamás entenderá. Si es por culpa de ella que es así.
Mientras mastica lentamente sus 20 gramos de manzana, va pensando en la ropa que usará ese día: nada apretado para que no se le vean los gorditos. Necesita ocultarse, perderse entre los buzos dos tallas más grandes, en sus jeans de bota ancha.
Se va a la universidad, y ese día no sabe si porque allá arriba alguien la odia o que, pero está haciendo mucho sol y se está haciendo insoportable seguir con el buzo negro que llevó. Sentada en la cafetería y pensando que nadie conocido la vería decide quitárselo.

Almuerzo: 100 gramos de pechuga a la parrilla con 4 rodajas de tomate
Mejor sólo me como dos rodajas de tomate. El estómago duele, parece que es un cólico, pero ella sabe que desde hace meses no le baja, así que se toma un vaso de agua y sigue con su día.
Cena: 100 ml de Consomé de pollo, sin pollo
Se siente mareada, no quiere comer.
Duerme, sueña con un festín espléndidamente servido en una mesa en donde están su mamá y sus amigos comiendo, riendo, como si estuvieran burlándose de ella, atiborrándose de comida por montones. Ella corre tratando de encontrar desesperadamente un lugar en la mesa pero no logra alcanzarlo. Su estómago se mueve sin parar, desea comer y al no lograr sentarse, busca en las sobras del piso algo de comer pero todo desaparece. El crepitar y el dolor de su estómago la despierta. A las 2:00 am se levanta, casi que como un zombie y va derecho a la cocina. Abre la nevera y sólo encuentra un Tupper con carne molida cruda. Quita la tapa del Tupper, ni siquiera busca un tenedor y hunde su mano en la carne, siente placer y deseo de comer, se mete a puñetazos la carne cruda a la boca, casi como si se la fueran a quitar. No hay tiempo de masticar, simplemente engulle, la sangre se escurre por su boca, le sabe a gloria, sigue comiendo, se restriega la sangre por su cara, sonríe, termina, se sienta al frente de la nevera.
Su estómago empieza a crujir, ella siente que su cuerpo está rechazando la comida y es momento de ayudarla a salir. Se levanta de un salto, lava compulsivamente el envase de la comida, deja todo como si nada hubiera pasado, su corazón late fuerte, muy fuerte, empieza a sentirse mareada, es hora de ir al baño. Empieza a jadear y va corriendo de puntillas a su habitación, su mamá sale de la habitación a ver qué pasa y se la encuentra, llena de sangre la cara. Su mamá trata de gritar y ella, para evitar que grite, le muerde la boca. La sangre tibia va deslizándose por sus manos, su mamá trata de gritar y no puede, ella sigue y sigue mordiendo, no puede parar, el dulce sabor de la sangre tibia va aumentando su deseo. No sabe en qué momento se detuvo. Solamente reaccionó cuando vió a su mamá tendida en el piso, con la cara desfigurada y llena de sangre. Su estómago dejó de crujir, sintió paz y el deseo de vomitar cesó. Caminó a la habitación y al verse en el espejo, ya satisfecha después de haber comido, sonrió.

Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *